jueves, 20 de mayo de 2010

Reir hasta llorar

Hoy iba a escribir sobre cuestiones vitales de la vida: de cómo una nueva vida colma de felicidad a personas que sufren, de la tristeza de la situación actual de nuestro país, del modelo económico que se nos ha implantado, de la sangre derramada en las últimas revueltas sociales. En fin, intento no pensar en lo negativo y darle la vuelta a a tortilla, aunque a veces me dan ganas de salir a la calle a gritar por todas las injusticias porque, como dice Ismael, un mundo mejor es posible.

Pero una inesperada conversación con mi hermana en el facebook me ha hecho pensar en lo que de verdad importa, esos pequeños momentos que compartes con tus seres queridos, que pueden ser vacíos de contenido, pero que te hacen olvidar lo que hay ahí fuera. Me encanta tu forma de hablar, tu forma de reir, tu forma de ser...esa empatía que tenemos ¡eres grande!

Sí, definitivamente, lo que hemos tenido ha sido un chat sin sentido, en el que no nos aclarábamos de quién decía el qué, ni cuándo ni porqué. Hemos empezado a reir a distancia, pero como si estuviésemos una frente a la otra. Yo me la imaginaba, con su cara de medio chinita, y esa risa peculiar, muy garay, vaya, de esas que no pasan desapercibidas. Han sido cinco minutos de reir hasta llorar.

Y con ese momento le he dado la vuelta a la tortilla y me voy a la cama pensando que la conversación con mi padre sobre la situación de Grecia me muestra su compromiso con el mundo, que el haber estado con mis amigas tomando algo en una terraza al sol esta tarde me ha llenado de energía para seguir y que, el hecho de que Nora haya venido al mundo hoy, no ha sido casualidad, sino una señal de vida y optimismo para su tía.